Las caras de la ansiedad

Las caras de la ansiedad

Una consecuencia del miedo es la ansiedad. Aprovecho la ocasión para aclarar la frecuente confusión al hablar de miedo y ansiedad.

El miedo es una emoción consecuente a la percepción de una situación amenazante para el individuo que activa respuestas físicas.

La respuesta más inmediata es la aceleración del latido cardiaco, del ritmo respiratorio, etc. Cuando el conjunto de estas reacciones físicas se mantiene por un tiempo más largo que la inmediata respuesta al estímulo, se define ansiedad.

La ansiedad deja de ser una respuesta natural adaptativa cuando su persistencia o su nivel elevado nos limita en el hacer.

Es más, la ansiedad y el miedo pueden influirse recíprocamente, la una es el efecto y la causa de la otra y viceversa. Lo que marca una diferencia importante es que si aprendemos a gestionar el miedo controlamos el ansia también, mientras que si intentamos reducir solo el ansia el miedo no se reduce. Por ejemplo, podemos aprender una técnica de relajación y esta, al menos que conseguimos aplicarla durante un exceso de miedo, controlará mi reacción, pero mi percepción (del miedo) no cambiará. 

CARA BUENA Y CARA MALA

La ansiedad es una reacción fisiológica (que interesa nuestros parámetros corporales) de las más comunes que experimenta el ser humano. Se sabe que a niveles moderados la ansiedad sirve como estímulo y nos motiva en lo que estamos haciendo o por lo que nos estamos preparando (cara buena). Se convierte en un problema cuando su nivel supera un cierto umbral y por lo tanto es causa de malestar a nivel físico y psicológico (cara mala). 

Hay personas que son más ansiosas que otras y otras que conduce una vida difícil por ser tan ansiosas y a veces están así desde hace mucho tiempo. La ansiedad se convierte en patológica cuando se manifiesta como un fuerte malestar acompañado por un sentimiento de imposibilidad a la hora de conducir una vida normal. Es más, nos hace sentir que no tenemos control sobre ella, y por lo tanto débiles y dependientes de la ayuda de los demás. 

EL PRIMER PASO ¡RECONOCERLA!

A continuación, se enumeran los principales síntomas de ansiedad.

Síntomas emotivos:

  • Tensión y continuo estado de alerta

  • Menor capacidad de concentración, atención, aprendizaje

  • Insatisfacción hacia sí mismos

  • Indecisión

  • Trastornos del sueño

  • Sentimiento de angustia y de desesperación

  • Apatía e incapacidad para hacer planes de futuro

  • Trastornos de la libido

 Síntomas fisiológicos (corporales):

  • Cansancio y debilidad

  • Mareos y vértigos 

  • Sudoración abundante, especialmente en las extremidades (manos y pies)

  • Dolor de cabeza debido a la tensión 

  • Trastornos visivos

  • Taquicardia

  • Sensación de desvanecimiento

  • Dificultades respiratoritas

  • Trastornos digestivos e intestinales

Síntomas (respuestas) conductuales:

  • Tendencia a aislarse

  • Agitación e intranquilidad

  • Susceptibilidad

  • Tartamudez

  • Errores frecuentes

  • Empeoramiento de las relaciones sociales y afectivas

  • Tendencia a ser muy críticos

  • Importante ingesta de cigarrillos, alcohol, psicofármacos o drogas

  • Comer desmesuradamente o comer menos de lo habitual

Las respuestas conductuales que se adoptan para reducir el estado de ansiedad pueden convertirse a su vez en nuevos problemas. Por ejemplo, el comer para controlar la ansiedad produce un aumento de peso que a su vez podría convertirse en otro factor fuente de ansiedad. 

ANSIEDAD PATOLÓGICA

 ¿Cuáles son las manifestaciones patológicas de la ansiedad que se conocen? Según los manuales psiquiátricos están divididas en cuatro categorías: el trastorno por ansiedad generalizada, los trastornos fóbicos, los trastornos obsesivos-compulsivos, y los ataques de pánico. Cada manifestación patológica tiene su propio funcionamiento. Elegir una psicoterapia eficaz y un psicólogo habilidoso puede marcar el fin de dicho malestar. 

Los conceptos que aparecen en este articulo, en parte han sido extraídos del libro “Las 99 estrategias para superar el miedo” escrito por A. Fiorenza

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