El viaje de una pareja

El viaje de una pareja

El viaje de una pareja suele ser un viaje largo y repleto de etapas que forzosamente producen pequeños grandes cambios en cada miembro. Nada fácil y tampoco imposible, pero considero importante ser conscientes de que en pareja estamos destinados a cambiar, sino no hay pareja que resista. Para describir de forma resumida este viaje tan emocionante y especial, utilizo esta brillante descripción que hizo el Profesor A. Fiorenza en su libro “Niños y adolescentes difíciles”.

El antropólogo Gregory Bateson describe que, en la naturaleza, una pareja de animales como los erizos, al alojarse en una cueva tienen que buscar una adaptación recíproca para evitar pincharse. El macho espera a que su pareja se instale para colocarse en consecuencia. La hembra se reinstala mejor con relación a la posición del compañero y así sucesivamente. Al final, los dos llegan a poder estar juntos, calentarse uno al otro, y dormir.

¿A qué se enfrenta una pareja?

De manera análoga, el recorrido de un hombre y una mujer que deciden formar una pareja, casarse y tener hijos, presenta diferentes fases de ajuste y no siempre exentas de problemas. La pareja deberá, en varios momentos de su relación, madurar una adaptación recíproca en un vasto contexto de pequeñas costumbres en apariencia banales, pero vitales: irse a la cama y levantarse más o menos a la misma hora, repartirse las tareas del hogar, compartir el cuarto de baño, salir e ir a lugares de interés común, etc. Pequeñas cosas que forman una red invisible de demandas y decisiones que regulan muchas situaciones de la pareja.

Además, la pareja deberá afrontar el deber de la separación de sus respectivas familias y negociar una nueva relación con éstas y con los otros familiares. Para muchas parejas este asunto se convierte en un verdadero tabú y puede ser una de las causas de la crisis de pareja.

También la organización del trabajo, el entretenimiento, las obligaciones y todo lo que guarda relación con la vida de pareja deberá ser regulado desde cero.

Cada uno de los integrantes deberá coincidir con amigos del otro y relacionarse con ellos, juntos deberán escoger amigos comunes, y muchas veces esto significará perder el contacto con los viejos amigos.

Son muchas las parejas que, en este proceso de asimilación y adaptación entran en crisis y deciden separarse. El placer y la responsabilidad viajan por caminos muy diferentes, y el amor más grande puede ser herido a muerte por los golpes cotidianos de los deberes.

De pareja a ser familia

Para aquellas parejas que consiguen superar todas esas fases de adaptación "inicial", las cosas pueden complicarse con la llegada de un hijo: un acontecimiento que marca un cambio radical para la organización de la pareja. El cuidado del pequeño/a impone la reorganización de las funciones (obligaciones, tareas, tiempos) de cada miembro, para adaptarse a las necesidades del hijo/a. Esto implica, de manera necesaria, ser capaz de volver a negociar las reglas de la relación.

La tarea natural de unos padres, así como se observa en las demás especies animales, sería la de crear y formar individuos adultos y autónomos, capaces de separarse de la familia y recorrer su propio camino. Y si esto era un objetivo natural y casi siempre cumplido en las épocas anteriores, hoy es posible afirmar que esto se verifica cada vez menos. Con el tiempo, entre padres e hijos se crea un tipo de relación basada en la mutua dependencia, dentro de una lógica contradictoria "ni contigo ni sin ti". Esto suele ser la causa de muchos problemas de relación y personales.

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